Las ciudades de los muertos

4 Dic 2011, domingo

«(…) Es frecuente la creencia de que en la sociedad moderna, el culto a los muertos se debe a las enseñanzas del cristianismo. No comparto esta opinión. No hay nada en la teología cristiana que induzca a creer en el respeto al cadáver propiamente dicho. El Dios cristiano Todopoderoso puede resucitar a los muertos aun cuando estén mezclados en el osario.

La individualización del cadáver, del ataúd y de la tumba aparecieron a fines del siglo XVIII por razones no teológico-religiosas de respeto al cadáver, sino por motivos político-sanitarios de respeto a los vivos. Para proteger a los vivos contra la influencia nefasta de los muertos, es preciso que estos últimos estén tan bien clasificados -o mejor si es posible- como los primeros.

De esta manera apareció en la periferia de las ciudades, a fines del siglo XVIII, un verdadero ejército de muertos tan bien alineados como una tropa a la que se le pasa revista, pues era necesario controlar, analizar y reducir ese peligro perpetuo que constituyen los muertos. En consecuencia, se les colocaría en el campo, ordenadamente uno al lado de otro, en las grandes planicies que circundaban las ciudades».

Dr. Foucault, Michel, “Historia de la medicalización” publicado en M. Foucault, Educación médica y salud, Washington, 1977.